EL NERVIO
Un dios caprichoso
perdió su apuesta con la cordura
y echa sus últimos dados al abismo....
El hombre fue lanzado a su condena.......
Nace emitiendo feroces chillidos
pues ya sabe de la tortura que se avecina
Y si, se le dieron muchas distracciones para soportar la realidad....
Muchas de ellas le llegan muertas.
Y él les da de beber
Alimenta su tedio con leche blanca y luciferina.
Los movimientos que realiza a diario
un tanto maquinal
un tanto perverso
ya no le bastan
Entonces se inventa un lenguaje
le pone palabras a su desdicha....
Y habla, cuenta, dice...
pero nadie lo escucha!
las palabras nunca dicen lo que realmente es.
El lenguaje también le llegó abortado.
Entonces se calla de nuevo
y mutila su creación...
pero el silencio tampoco le es suficiente.
Se levanta de nuevo con ansias
para crear algo que sustente su existencia..
Se inventa el amor
Deposita sus carencias en un espejo
Aveces muy grande
Aveces muy chico
Pero siempre le devuelve la misma imagen
su propio rostro
un poco más roto
Toca, se toca....
siente su carne,
siente la carne de los otros
caliente, tibia, sudada, fría
y tiembla de espanto
por saberse todavía vivo
Se sienta a pensar....
y calcina todos los alaridos que ha acumulado
Silente maldice a este dios que lo ha fulminado desde que existe
Maldice a los hijos que nunca tendrá
Maldice su carne pronta a ser devorada por los gusanos
carne maloliente....
Maldice al amor que nunca lo ha mirado
Maldice su conciencia y ser pensante
para ver su desdicha..
Maldice su piel arrugada de cicatrices..
Maldice haber nacido...
Espera...
Espera....
Lo que esperan los condenados.
Coro:
Y cuando hayas dormido, la madre te dará
descanso en tus escombros
y olvido sepulcral.
Un dios caprichoso
perdió su apuesta con la cordura
y echa sus últimos dados al abismo....
El hombre fue lanzado a su condena.......
Nace emitiendo feroces chillidos
pues ya sabe de la tortura que se avecina
Y si, se le dieron muchas distracciones para soportar la realidad....
Muchas de ellas le llegan muertas.
Y él les da de beber
Alimenta su tedio con leche blanca y luciferina.
Los movimientos que realiza a diario
un tanto maquinal
un tanto perverso
ya no le bastan
Entonces se inventa un lenguaje
le pone palabras a su desdicha....
Y habla, cuenta, dice...
pero nadie lo escucha!
las palabras nunca dicen lo que realmente es.
El lenguaje también le llegó abortado.
Entonces se calla de nuevo
y mutila su creación...
pero el silencio tampoco le es suficiente.
Se levanta de nuevo con ansias
para crear algo que sustente su existencia..
Se inventa el amor
Deposita sus carencias en un espejo
Aveces muy grande
Aveces muy chico
Pero siempre le devuelve la misma imagen
su propio rostro
un poco más roto
Toca, se toca....
siente su carne,
siente la carne de los otros
caliente, tibia, sudada, fría
y tiembla de espanto
por saberse todavía vivo
Se sienta a pensar....
y calcina todos los alaridos que ha acumulado
Silente maldice a este dios que lo ha fulminado desde que existe
Maldice a los hijos que nunca tendrá
Maldice su carne pronta a ser devorada por los gusanos
carne maloliente....
Maldice al amor que nunca lo ha mirado
Maldice su conciencia y ser pensante
para ver su desdicha..
Maldice su piel arrugada de cicatrices..
Maldice haber nacido...
Espera...
Espera....
Lo que esperan los condenados.
Coro:
Y cuando hayas dormido, la madre te dará
descanso en tus escombros
y olvido sepulcral.
"Esa es la tragedia: la consciencia nos ha obligado a adoptar la postura de procurar no ser conscientes de lo que somos:
pedazos de carne que se estropea sobre huesos que se desintegran."
Thomas Ligotti. La conspiración contra la especie humana.
"Y esta pestilencia tuvo mayor fuerza porque de los que estaban enfermos de ella se abalanzaban
sobre los sanos con quienes se comunicaban, no de otro modo que como hace el fuego sobre las cosas secas. "
Giovanni Bocaccio. El Decamerón.
El cuerpo concurrente en la cuarentena forzada o en la orgía voluntaria no diferencia en su condición cautiva la displicencia de la fruición; el contemplar, el tocar y devorar la otra carne: esa procesión lúgubre de cuerpos y sueños vacíos.
El agrimensor desconoce el mecanismo ígnoto de la náusea, la fisiología secreta del vómito, rehuye la mirada petrificante del negro pájaro agorero.
¿Tan triste y peligroso es no soportar los ojos para ver, los pulmones para respirar, la boca para tragar, la lengua para hablar, el cerebro para pensar, el ano y la laringe para interpretar nuestra experiencia en el mundo?
¿Es acaso aquel espectador atónito una víscera palpitante, una máquina abstracta, viviente y bestial, el órgano de visión acuoso y tembloroso que atestigua el nacimiento primordial de la plaga?
El pánico cinemático se apoderó de todos los presentes cuando la locomotora siseante de aquella vieja fantasmagoría arribó hacia la estación; como aquella vez cuando vino a visitarnos la pestilencia, pasajera procedente desde la subterránea terminal del silencio y del delirio, allí profundo en los remotos confines, las entrañas del país de la oscuridad , donde los los turistas finalmente se disgregaron. Abandonaron para siempre sus casas y el labrantío, abandonaron sus más amadas posesiones: sus ojos de oro y sus dientes de vidrio. El hermano abandonó a la hermana y la hermana abonó la campiña con los huesos de su hermano, y el joven hombre amado se deshizo del sayal y de la yunta, y sus manos hungidas en la ceniza de los villorios lo hicieron feliz sepulturero.
¿Pueden ver por fin a la triste muerte enmascarada? ¿Alguién entre los presentes se ha percatado de la risa ponzoñosa de la siphonaptera en su bolsillo escondido? ¿De cuál de todos estos cuerpos yertos ha sido excrementada esta renegrida semilla? ¿Alguién de ustedes sabe a quién pertenece esta eyaculación postrimera? ¿No es acaso - pequeño cerdo mío- la proliferación de los hombres la más temible de las epidemias?
El coro de las mujeres entona una letanía:
"Y cuando hayas dormido, la madre te dará
descanso en tus escombros
y olvido sepulcral."
-Ibn al-Wardi. Crítico e historiador.
pedazos de carne que se estropea sobre huesos que se desintegran."
Thomas Ligotti. La conspiración contra la especie humana.
"Y esta pestilencia tuvo mayor fuerza porque de los que estaban enfermos de ella se abalanzaban
sobre los sanos con quienes se comunicaban, no de otro modo que como hace el fuego sobre las cosas secas. "
Giovanni Bocaccio. El Decamerón.
El cuerpo concurrente en la cuarentena forzada o en la orgía voluntaria no diferencia en su condición cautiva la displicencia de la fruición; el contemplar, el tocar y devorar la otra carne: esa procesión lúgubre de cuerpos y sueños vacíos.
El agrimensor desconoce el mecanismo ígnoto de la náusea, la fisiología secreta del vómito, rehuye la mirada petrificante del negro pájaro agorero.
¿Tan triste y peligroso es no soportar los ojos para ver, los pulmones para respirar, la boca para tragar, la lengua para hablar, el cerebro para pensar, el ano y la laringe para interpretar nuestra experiencia en el mundo?
¿Es acaso aquel espectador atónito una víscera palpitante, una máquina abstracta, viviente y bestial, el órgano de visión acuoso y tembloroso que atestigua el nacimiento primordial de la plaga?
El pánico cinemático se apoderó de todos los presentes cuando la locomotora siseante de aquella vieja fantasmagoría arribó hacia la estación; como aquella vez cuando vino a visitarnos la pestilencia, pasajera procedente desde la subterránea terminal del silencio y del delirio, allí profundo en los remotos confines, las entrañas del país de la oscuridad , donde los los turistas finalmente se disgregaron. Abandonaron para siempre sus casas y el labrantío, abandonaron sus más amadas posesiones: sus ojos de oro y sus dientes de vidrio. El hermano abandonó a la hermana y la hermana abonó la campiña con los huesos de su hermano, y el joven hombre amado se deshizo del sayal y de la yunta, y sus manos hungidas en la ceniza de los villorios lo hicieron feliz sepulturero.
¿Pueden ver por fin a la triste muerte enmascarada? ¿Alguién entre los presentes se ha percatado de la risa ponzoñosa de la siphonaptera en su bolsillo escondido? ¿De cuál de todos estos cuerpos yertos ha sido excrementada esta renegrida semilla? ¿Alguién de ustedes sabe a quién pertenece esta eyaculación postrimera? ¿No es acaso - pequeño cerdo mío- la proliferación de los hombres la más temible de las epidemias?
El coro de las mujeres entona una letanía:
"Y cuando hayas dormido, la madre te dará
descanso en tus escombros
y olvido sepulcral."
-Ibn al-Wardi. Crítico e historiador.